Pubalgia

Es una lesión por uso excesivo de la musculatura abdominal inferior y proximal del muslo, que produce la interrupción del a inserción del tendón del recto en el pubis y la debilidad de la pared inguinal posterior sin hernia clínicamente detectable. Cursa con dolor crónico en la zona de la ingle y el aductor. Es difícil de diagnosticar, tanto por examen físico como por prueba de imagen. Es más común en hombres.

 

SINTOMATOLOGÍA

Comienzo del dolor insidioso, normalmente unilateral, que va aumentando hacia la parte inferior del abdomen, la zona profunda de la ingle y hacia el aductor proximal.

Puede dar también sintomatología a la tos o los estornudos. El dolor puede irradiarse hacia la zona aductora, el perneo, los músculos rectos, el ligamento inguinal y el área testicular.

Suele presentar unilateral, aunque también puede afectar a ambas caderas a la vez.

El dolor suele empeorar con la actividad o el deporte, y mejora con el reposo.

CAUSAS

Deportes de gran demanda para la cadera, en los que se requieran patadas o giros, como el fútbol o el hockey, también se puede dar en corredores, deportes con movimientos explosivos en la cadera o que requieran cambios de dirección, y aceleraciones o desaceleraciones rápidas. Secundario a trastornos de la cadera que limitan el movimiento, como pinzamiento femoroacetabular. Los casos de afectación aguda son escasos, aunque puede presentarse por hiperextensión del tronco o hiperabducción de cadera.

TRATAMIENTO

Los objetivos principales del tratamiento suelen ser el alivio del dolor, eliminar la inflamación, corregir descompensaciones musculares, trabajar la resistencia, coordinación y flexibilidad, fortalecer la estabilización de la cadera y los músculos abdominales y la estabilización dinámica del suelo pélvico. Puede recomendarse el uso de AINE al comienzo del tratamiento, junto a calor o hielo y terapia manual. Requiere, normalmente, reposo relativo, ejercicios específicos de estiramientos y fortalecimiento de aductores de la cadera con trabajos funcionales personalizados y adaptados a la actividad, para ir gradualmente retornando la actividad diaria. El reposo relativo y del descanso de la actividad deportiva suele mejorar los síntomas, pero normalmente vuelve a reaparecer al retomar la actividad, por lo que un buen tratamiento preventivo es clave para tanto asentar el tratamiento, como prevenir problemas agudos en los deportistas. Por lo general, el tratamiento puede dividirse en 4 fases: – Fase 1: Semana 1 y 2, centrado en la terapia manual y el estiramiento. – Fase 2: Semana 3 y 4, fortalecimiento muscular. – Fase 3: Semana 5, actividades funcionales. – Fase 4: Semana 6, retorno de la actividad. En aproximadamente 10 o 12 semanas, suele remitir completamente el dolor. Debido a la complejidad del trastorno, el enfoque multidisciplinario es clave. El tratamiento quirúrgico estará indicado cuando las medidas conservadoras fracasen.

 

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